Por Ricardo Arce
El mes de la tierra es un concepto que en realidad al analizarlo suena un tanto ambiguo, esta afirmación no es un critica, sino más bien, corresponde a mirar nuestro planeta como nuestro hogar universal, en que cada día, debería interpretarse como un día de celebración, por tanto, resulta necesario más allá de la ciencia convencional, que permite su conocimiento formal, hacer una pausa y visualizar los saberes ancestrales de nuestros pueblos originarios que poseen una estrecha relación con la Madre Tierra. Al mismo tiempo, resulta importante reflexionar respecto del estado actual del planeta y que oportunidades podemos tener como civilización.
Respecto a las culturas ancestrales de américa, se puede observar que estas concepciones culturales pueden ser entendidas, como visiones de mundo alternativas del conocimiento clásico formal. Entre ella destaca el concepto “Buen vivir”, que corresponde a una extrapolación del concepto quechua de Sumak Kawsay, que se puede sintetizar como vivir en plenitud, saber vivir en armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida, de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia en permanente.
Es necesario comprender que los saberes y el conocimiento deben ser complementarios. Entre la ciencia formal, la cual sin duda ha permitido el progreso de la humanidad a través del desarrollo de la técnica, con saberes ancestrales universales los cuales muchas veces han demostrado un mayor respeto por naturaleza.
Resulta necesario entender, que nuestra forma de pensar es analítica, lo que implica que descompone el objeto de estudio para entender su funcionamiento. Por otra parte, las culturas de los Andes Centrales conciben el mundo a través del pensamiento analógico que consiste en una mirada integral de la realidad que busca representaciones a través de los sistemas de la naturaleza.
Cada día de nuestra existencia, tiene que ver con nuestro planeta, de como él fue conformado, de su relación con el universo y en especifico con el sistema solar, de sus condiciones climáticas, geológicas, oceanográficas, geomorfológicas y edáficas, que, en suma, permitieron el soporte para la vida en todas sus formas, durante vastos periodos de la historia del planeta.
Por otra parte, en el contexto actual, dominado por una crisis ambiental global, atribuible en gran medida al desarrollo de las actividades humanas, nos hace enfrentarnos a lo que lo denominó Ulrich Beck en 1986 como la Sociedad del Riesgo. Beck resalta la importancia de la toma de conciencia del estado de riesgo por parte de la sociedad, porque cree que es lo único que permite crear la «utopía» de la construcción de otra modernidad. En este sentido, es importante que una sociedad asuma su condición de riesgo como posibilidad de apertura a la construcción de una vida «mejor».
Respecto a las Ciencias de la Tierra, ellas identifican a esta nueva época geológica del planeta, bajo el nombre Antropoceno, en el cual el ser humano se ha convertido en una fuerza de transformación con alcance global y geológico, sus efectos nos ponen frente a una situación de crisis y de inflexión a temas complejos como el calentamiento global o la pérdida de biodiversidad. Al mismo tiempo asignar la responsabilidad de los problemas ambientales del planeta a la sociedad en su conjunto, no resulta del todo justo. En este sentido, el concepto de Capitaloceno, bajo una mirada proporcionada desde las narrativas criticas latinoamericanas, vinculadas a la conflictividad ambiental, establece que el modelo capitalista y los neoextractivismos generan condiciones de desigualdad. Bajo ese contexto, los sectores de la periferia global, se ven más afectados por la contaminación y las acciones industriales concebidas en los centros económicos y del poder.
Es por esto, que se hace necesario avanzar en acciones que permitan la Conservación de la Naturaleza y la protección del Planeta. De no ser así la vida no es sustentable en el tiempo, independiente de las acciones de adaptación y mitigación que formulemos como sociedad.
Es irrenunciable el Derecho al Agua de parte de las comunidades, la conservación de los bosques como ente regulador térmico y de la producción de oxigeno planetario, el mantenimiento de los ecosistemas en todas sus formas, océanos, humedales, ríos y un amplio etcétera.
Finalmente es necesario señalar que este 29 de julio del 2021 fue el día en que la humanidad termina de consumir los recursos que la Tierra es capaz es generar en un año, según la ONG Global Footprint Network, lo cual nos propone nuevos desafíos en conservación y resguardo de la naturaleza y de un nuevo comportamiento en términos de nuestras acciones hacia la Madre Tierra.